lunes, 23 de marzo de 2015

DEPREDADOR.

Y la araña fabrica su tela hasta envolverlo todo.
Crea una casa de muerte, con sus ocho patas la teje.
En su centro el verdugo espera a que todos a ella vallan para proclamar su desdicha; pobre araña macabra que puede hacer llorar y no sentir nada.
La araña no reconoce quien es, dice; soy buena, no merezco otra cosa que el bien.
Ella cree ser la reina de un mundo de seda fina, pero es mortal la tela que con tanto mimo hila.
La podredumbre te acompaña, pobre pequeña araña malvada.
 Mata con sus palabras aunque diga no pasa nada.
Debo fingir y mentir por quien me impuso la vida.
Pero lo odio por lo que es, porque quien es hace mucho que no importa.

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